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Liberarse de la culpa

Residir en la culpa es como vivir con un ancla en los tobillos.

En un momento de mi niñez tuve una oportunidad de pasar un tiempo con un familiar que casi no conocía. Al final, por una decisión, no fue así y la siguiente vez que supe de mi familiar éste había muerto. Fue entonces donde se inició un profundo sentimiento de culpa que me duró largos años. ¿Cómo pude dejar que mi familiar se fuera sin poderle decirle adiós? Simplemente, no podía dejarlo ser. No podía olvidarlo.

Sospecho, que muchas/os de nosotras/os hemos experimentado cosas similares, alimentando nuestra memoria de la culpa. Sintiéndote mal por posas que has hecho o no has hecho. Por cosas que en el fondo están en contra de tus valores.

Todos pasamos por ello. Pero hay personas que se sienten más culpables que otras. Y no porque hayan tenido mas o peores experiencias. Por eso es crucial averiguar desde donde viene la culpa. La culpa es un equipaje muy pesado que cargar.

 

LOS TRES TIPOS DE CULPA

Hay tres tipos básicos de culpa: (1) La culpa «natural», cuando te sientes mal por algo que has hecho o no has hecho; (2) la culpa «toxica», la sensación/sentimiento inconsciente de no estar siendo una buena persona; y (3) la culpa «existencial», el sentimiento negativo que emerge cuando percibes todas las injusticias del mundo o de las cosas que sientes que aún no has ofrecido de ti a la vida en si misma.

 

  1. LA CULPA NATURAL 

Ponte en el supuesto de que te sientes culpable por algo inmediato y específico, por ejemplo, manchando la tapicería del coche de un amigo o mintiendo a una persona cercana. Eso sería una culpa natural. Está relacionada con las acciones reales en el momento presente. Esta culpa natural puede ser enormemente dañina y dolorosa, especialmente si las consecuencias de nuestros actos son grandes. Pero incluso, si lo que hiciste fue realmente malo, la culpa «local» o momentánea, puede repararse. Puedes pedir perdón, pagar tu deuda o resolver y cambiar los aspectos de tu comportamiento o reacciones. Recuerda que, una vez repares las cosas, la culpa debería disolverse (sino, consulta el siguiente apartado: «culpa tóxica»). Digamos que la culpa natural «sirve para un propósito dentro de tu sistema nervioso». Sirve para que tu cerebro sepa identificar y valorar sus comportamientos. Algunos científicos dicen que este tipo de culpa proviene de nuestra habilidad de ser empático/a con el sufrimiento de otras personas, y es por ello de que tenemos movimientos sociales para la justicia social. Cuando tienes una «relación saludable» con este tipo de culpa, la usas de forma constructiva como indicadora para cambiar tu comportamiento

 

2. LA CULPA TOXICA

La culpa tóxica es la que sucede cuando al manifestarse una culpa natural hay una sensación de «maldad» generalizada pero no específica, como si todo alrededor de ti tuviera algo de malo. Este tipo de culpa que flota continuamente en tu vida es la más difícil de gestionar ya que trata con patrones persistentes, también llamados «samscaras» que tenemos alojados en el subconsciente. ¿Cómo puedes liberarte de tu error o de tu «pecado» cuando no sabes exactamente qué es lo que hiciste mal, o cuando crees que lo que hiciste es para ti, esencialmente, irreparable?

Hasta cierto punto, este tipo de culpa en particular parece ser un subproducto de la cultura religiosa judeocristiana, un residuo del «pecado original». Esto te puede parecer extraño e incluso irrelevante, pero no lo es (te lo dice alguien que ha vivido gran parte de su niñez entre monjas). Recuerdo sentirme culpable de niña por cosas que no comprendía.Incluso me recuerdo a mi misma en la rutina de confesionario «pedir perdón» por pecados que me tenía que inventar; asentando la doctrina de que algo no funcionaba bien en mi. Parecía evidente que yo siempre tenía que tener UN PECADO. Y más siendo mujer (el mito de Eva).

Los textos yóguicos como el Bhagavad Gita y el yoga sutra no reconocen la culpa inespecífica, aunque sí hablan un poco sobre el pecado, la vergüenza o el karma. Aunque este tipo de culpa no se menciona en la mayoría de los téxtos yoguicos, las enseánzas yóguicas ofrecen ayuda para gestionarlo.

Las personas normalmente experimentan la culpa tóxica de dos maneras. Primero, sencillamente puede estar ahí, como un matiz en la personalidad que sólo en algunos momentos puede tomar presencia. Segundo, puede activarse desde el exterior, ya sea por una equivocación de la propia persona o por la acción/sospecha de una persona externa. Si llevas una mochila cargada de culpabilidad tóxica, no se necesita mucho para activarla: un error en el trabajo, una discursión con tu pareja o incluso la llamada o encuentro con un familiar  (el padre o la madre) puede desencadenarlo.

Esto es algo que se ha ido gestando desde nuestra niñez. Desde la respuesta/gestión de tus padres ante tus errores hasta la influencia de la religión o tu entorno.

En este caso, el canto de mantras, la repetición de afirmaciones que reconstruyan el mensaje de tu subconsciente, trabajos de voluntariado y karma yoga, y la práctica de yoga y meditación puede ayudar a sanar/liberar todo aquello.

3. LA CULPA EXISTENCIAL

Esta tercera forma de culpa puede surgir de un sentimiento social, político o por sentimientos derivados por el impacto en el propio ecosistema. Esta «culpa» puede surgir del hecho de reconocer que no hay manera de vivir la vida en la tierra sin tener algún tipo de impacto en los demás. Tenemos un impacto en las sociedades, animales o en el entorno. Ya sea porque los pájaros perdieron sus hogares cuando se talaron los árboles  para el parque de la casa donde vives; o las plantas que pisas cuando caminas por el monte, o por la proveniencia de la camiseta que usas o la madera que construye el suelo de madera sobre el que estás, o la bebida de soja cuyo impacto en su fabricación afectó a zonas de la amazonía y sus indígenas. A menudo, los recursos que utilizamos para vivir, incluso este mismo (internet y electricidad), significan que esos mismos recursos no están disponibles para otros y, también, que ALGO SE SACRIFICA POR NOSOTROS.

Si este tipo de culpa te resuena, pregúntate: ¿ Que he ofrecido yo a la vida? ¿Alguna vez he colocado un panecillo en una piedra para que se lo comiese un pájaro y me he ido? Hay ciertas «deudas» con nuestros antepasados, con nuestro medio ambiente, con todas las personas que te han ayudado y, sobretodo con tu ser (tu dios) interior. La vida moderna implica demasiado individualismo. Conecta con la tierra, con las raíces, con la consciencia, y entrégate en voluntad a ofrecer lo mejor de ti a otras personas. El mundo necesita de personas que dejen de mirarse a si mismas para ofrecerse al planeta y crear una mejor existencia.

 

ALGUNOS CONSEJOS:

 

1. IDENFICICA QUE CULPA EXPERIMENTAS

2. RECONOCE QUE TU NO ERES NI TU MENTE, NI TUS EMOCIONES, NI TU PASADO. EL PASADO Y EL FUTURO SOLO EXISTEN EN TU MENTE Y EN TU IMAGINACIÓN.

3. PRACTICA EL DESAPEGO. NO TE TOMES LAS COSAS «A  LO PERSONAL» COMO SI TE ESTUVIERAN JUZGANDO. Respira y repítete «todo está bien en mi».

4. DEJA DE «ETIQUETAR» LO QUE ESTA BIEN O LO QUE ESTA MAL EN TI Y EN LAS OTRAS PERSONAS.

5. LIBERATE. MIRA AL PRESENTE Y MARAVÍLLATE EN EL MILAGRO Y LA BELLEZA QUE TIENE LA VIDA.

 

 

EL CASO ESPECÍFICO DE ETIQUETAR SIEMPRE «LO QUE ESTÁ BIEN» Y «LO QUE ESTÁ MAL»

 

Todos tendemos a valorar y etiquetar. A veces, demasiado. En el día a día este es uno de los precursores mayoritarios para hacer estallar nuestro sentimiento de culpa.

El caso es que aprender a percibir las cosas como correctas o incorrectas puede ser una tarea muy difícil para algunas personas. Al estar continuamente etiquetando/valorando las cosas como buenas o malas, correctas o incorrectas (por nosotras/os mismas/os o por las/os demás) tendemos desde niños a considerar (y a aprender)»lo malo» o «incorrecto» con una energía negativa determinada. Ese pensamiento se convierte en una emoción o sentimiento y es ahí donde se desarrolla «la culpabilidad». De ahí que cuando haces algo «mal», te sientes culpable.

Obsérvate ahora ti: ¿ necesitas que estén continuamente reforzando todas las cosas que haces bien?

Si bien podemos sentir que hay una razón para compensar las decisiones que hemos tomado, es más importante para nosotros aprender a lidiar con las decisiones o con nuestras acciones de una manera sana y positiva, como a través del perdón, la comprensión y la compasión.

Estoy hablando de cosas muy cotidianas: Desde la elección de una pintura para pintar tus paredes de casa que ha quedado mal, romper un plato bonito o un vaso, añadir demasiada sal a la comida, pasarte con la cocción de la pasta para la cena con tu pareja, o tener que cancelar un viaje que te ha costado dinero. Depende de qué valor le das a tus experiencias las puedes percibir como enriquecedoras -como aprendizaje- o como un elemento de destrucción o dolor.

Recuerda una cosa, vivir implica tomar decisiones. Vivir implica asumir riesgos. Vivir implica tomar acción sobre las cosas. Y vivir implica equivocarse. Evolucionar implica que tus equivocaciones te sirvan para aprender y desarrollarte con comprensión. Si no consigues hacerlo así siempre estarás en el mismo lugar.

Si sólo has aprendido y sólo deseado el tener éxito o recibir premios por tus acciones, y cuando te has equivocado no has aprendido a reaccionar “con comprensión” ahí hay un conflicto.

En este punto también es fundamental mencionar el entorno o las personas que conviven contigo o que te rodean. Si tu entorno sólo refuerza lo negativo que haces o tus errores, y no refuerza también las cosas que haces bien, es normal que tu sistema nervioso “salte” siempre ante las circunstancias que no te gustan. El trabajo aquí es por los lados: comprender tus errores e integrarlos, y reforzar todos los aspectos que ya haces “bien”. Refuerza tu pensamiento con frases que autoafirmen tu autoestima. 

Cuando podemos mirar hacia atrás a nuestro pasado y evaluar realmente lo que ha sucedido, empezamos a  darnos cuenta de que hay muchas dimensiones en nuestras acciones. Aunque sentirse culpable puede aliviar nuestros sentimientos al principio, en realidad es solo una solución a corto plazo. Es demasiado irónico que ser duro con nosotros mismos es la salida fácil. Sin embargo, si realmente podemos contemplar nuestras vidas a través de la  lente de la compasión, podremos ver que hay mucho más en lo que  hacemos y hemos hecho de lo que nos damos cuenta.

Quizás simplemente estábamos tratando de protegernos a nosotros mismos o a los demás e hicimos lo mejor que pudimos en ese momento. Tal vez pensamos que no teníamos otro recurso y elegimos una solución en el calor del momento. Una vez que podamos entender que vivir en nuestros sentimientos negativos solo nos hará sentirnos peor. En ese momento llegaremos  a reconocer que, en realidad, solo a través de perdonarnos a nosotros mismos podemos transformar nuestros sentimientos y realmente sanar cualquier resentimiento que tengamos sobre nuestro pasado. Darnos permiso para sentirnos en paz con nuestras acciones pasadas es uno de los pasos más positivos que podemos dar para vivir una vida libre de arrepentimientos, decepciones y culpa. Recuerda que el verdadero camino hacia una mente y un corazón en paz es a través de la aceptación de cada parte de nuestras vidas y acciones. De esta manera, más armonía y alegría interior experimentaremos en todos los aspectos de nuestras vidas.

También es interesante comentarte de que hay cosas de tipo sistémico (que pueden venir de tu historia familiar, de esta generación o de otras) que están alojadas en nuestro subconsciente. Son aspectos que no son tan fáciles de comprender o de acceder. Te lo comento para informarte de que hay cosas inconscientes que actúan por si mismas y que tu no eres la responsable; relájate e intenta soltar tus sensaciones. Tu no eres tus sensaciones.

 

 

 

 

 

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Amara

Amara Carvajal (AmaraYoga) es profesora de yoga y formadora de profesores. Actualmente ofrece clases regulares, formaciones y workshops de yoga a nivel nacional.