Gratitud. «La gran práctica de la sanación».
La felicidad que todos conocemos normalmente es aquella felicidad o contentamiento que se obtiene a través de la obtención de algo. Esa es la que comúnmente se transmite o cultiva en nuestra sociedad (por ello la fiebre u obsesión de la productividad, aprovechar el tiempo o generar eficiencia sobre las cosas). Es sociología, cultura y educación. Es lo que se nos ha enseñado. Pero hay otra más.
Y es que al final, lo que somos es en gran parte fruto de lo que creemos, nuestra educación y toda esa amalgama de razonamientos y necesidades con las que nos identificamos. Y es, siempre ha sido, nuestra propia elección.
Pero esa felicidad está incompleta. Parece ser que siempre nos acaba faltando «algo». Algo falta en esta ecuación.
Lo que se nos escapa es que éste tipo de felicidad o contentamiento no es la única que puede desarrollarse. Existe otro tipo de felicidad o contentamiento junto a este primero; aquel que no surge a través de la obtención de «algo». Este otro tipo de auto-realización o contentamiento es aquel que la mayor parte de las tradiciones espirituales tratan de cultivar. Encontrar un método sistemático para ayudar al ser humano en este laberinto o confusión de la existencia es la razón por la cual se han desarrollado y llegado hasta nuestros días grandes tradiciones espirituales y filosóficas.
Este segundo tipo de contentamiento – auto-realización o felicidad- no depende de que las circunstancias sean buenas o malas. No es dependiente de que sean favorables o desfavorables. Está al margen del mundo externo. Se relaciona únicamente y es dependiente del mundo interno.
Según el Yoga Vasista, «No es inaccesible y no está en diferentes lugares«, es lo que resulta de experimentar el gozo en una misma.
Este tipo de contentamiento o felicidad normalmente se encuentra como «escondido», ocultado o camuflado por todas las cosas materiales de nuestro mundo. Y, hace que nos volvamos confusos y perdidos en un mar de deseos en el que nos sentimos una y otra vez incompletas/os. Según el Shvetashvatara Upanishad, «sólo una mente en calma lo puede conocer«.
Encuentra la calma. Practica la profundidad de tu espíritu y el gozo surgirá por si mismo.
La vida es un milagro. Tu respiración es un milagro.
Tu ser es lo más único, especial y valioso que puedes tener.
Párate un segundo (que lo tienes ahora mismo) y piensa: ¿A qué doy gracias hoy?
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