
El buen querer-se
Los vinculos saludables se crean, se eligen, se construyen. Y el vinculo primario saludable es el que creamos con nosotras/os mismas/os. Lo que te sucede tiene mucho más que ver contigo que con los demás. No intentes dar la vuelta al espejo, no escapes. Lo que te sucede eres tu. Entonces: ¿Qué visión de ti misma/o es la que domina de ti? Porque creer es crear… Y tu creencia… se hace ciencia.
Nos pasamos la vida escapando. Escapando de nosotros/as mismos/as.
Y no se trata de si es una sombra o una luz. Huyes de la totalidad de ti mismo/a.
Observa -y ocúpate bien de no escapar de todas tus sombras. pero, sobretodo, ocúpate de tus luces. Porque para la mayor parte de las personas los temores más profundos no tienen tanto que ver con «la oscuridad» sino mucho más con el enorme potencial extraordinario de su luz. Y todo ese «ruido de fondo» son excusas. Ese es el mayor miedo. Ojala tus vinculos consigan recordártelo. Que tu circulo, tu templo, tu guarida sea eso, un hogar donde nutrirse, descubrirse y desnudarse por dentro sin ser ninguna otra persona más que tu tal cual eres.
Cuida el agua que llenas en tu cántaro, cuidala bien. Y continua hacia donde te hace bien. Habitando en el lugar de todo, porque hay lugar en cada una/o de nosotras/os dentro donde todo es posible. Tu puedes hacer ya todo posible.
Las personas más felices que conozco son las personas que permiten habitar y respirar todos esos espacios profundos y permiten que todo conviva dentro, sin lucha.
Como decía R. Tagore:
«Si quieres llenar tu cántaro, ven, ven a mi lago. Mi agua se cojerá a tus pies y te dirá tu secreto.
R. Tagore
…La tormenta se echa encima y oscurece el arenal, y las nubes bajas son, sobre la copa azul de los árboles, como tu pesada cabellera sobre tu frente. Conozco bien el ritmo de tus pasos, que me están latiendo en el corazón.
Ven, ven a mi lago, si quieres llenar tu cántaro.
Si no tienes ganas de llenar tu cántaro, si prefieres dejarlo flotando en el agua, ven, ven a sentar tu pereza a mi lago.
La ladera está verde, y las flores de mi campo son tantas que no pueden contarse. Se te irán tus pensamientos por tus ojos negros, como pájaros que vuelan de sus nidos, y tu velo se te caerá a tus pies.
Ven, ven a mi lago, si no tienes ganas de llenar tu cántaro.
Si, harta de otros juegos, quieres jugar con el agua, ven, ven a mi lago.
Deja tu manto azul en la orilla, que el agua azul te esconderá. Y las olas se pondrán de puntillas por besar tu cuello y suspirarte en los oídos.
Ven, ven a mi lado si quieres jugar con el agua.
Si te has vuelto loca, (…), ven, ven a mi lago.
Mi lago es frío y no tiene fondo; oscuro como un sueño sin sueños. Allá abajo, noches y días son iguales, y toda canción es silencio.
Ven, ven a mi lago (…)
-R. Tagore («El jardinero»)