
Avanzar es recordar
Para avanzar primero hay que recordar. ¿Recordar qué?. Recordar de dónde vienes. Recordar qué es lo que ha modulado tu carácter. Tu memoria. Tus creencias e impresiones. Y sentirlo desde el cuerpo, no tanto desde la razón. Avanzar es recordar que es mejor a veces tener mala memoria. Recordar tus virtudes no sólo tus defectos y desafios internos. Avanzar es aprender a descifrar la belleza de las nubes y de las estrellas por la noche. El sonido de un pájaro. Mirar a los ojos. Maravillarse.
Avanzar es recordar. Recordar quién te ofrece su presencia y su tiempo. Recordar que la mayor parte de las cosas que temes nunca ocurren. Recordar que lo único que quedará de nosotras/os es el amor y el tiempo que dimos. Recordar que cada segundo es único y que cada uno, en su misterio, tiene el poder de transformarlo todo.
Recordar qué es verdad -honestamente- y qué no. Recordar que todo cambia, y que nos transformamos como cada una de las hojas de los árboles, de estación en estación. Recordar ser responsables de nuestras creencias, que van a determinar y limitar lo que piensas, lo que sientes, lo que haces. Recordar qué es real y qué no. Y que mi realidad puede ser diferente a la tuya y que ambas son igual de reales. Recordar que para obtener algo nuevo hay que aprender a soltar. Recordar que la fuerza del amor siempre es más fuerte que la del miedo.
Recordar que equivocarse te enseña a ser vulnerable y valiente con el tiempo. Que no nos equivocamos de dos maneras exactamente iguales.
Avanzar es recordar la fuerza luminosa de la esperanza de ser, cada día, un poco mejor que ayer. Y crecer hacia el mañana ligeros de equipaje.